Miyajima es famosa por su Tori gigante construido sobre el mar, pero no es solo eso.
Sus primeros templos datan del siglo VI y en ella estaba prohibida nacer o morir. Las mujeres embarazadas no podían acercarse a ella.
Llegué a Miyajima tras un viaje en el tren bala, que desde que en España tenemos tantos AVEs, ya no lo es tanto. Tuve la suerte de poder ver el monte Fuji desde el tren que no es tan fácil porque suele estar rodeado de nubes y tras cuatro horas estaba en Hiroshima, desde donde cogería un ferry a Miyajima.
Nada más llegar puedes ver que hay ciervos por todo la isla. Después de tanto asfalto se hace raro pasar entre tanto animal.
En muchos sitios te advierten que tengas cuidado con ellos, pero más que nada por su afición a comerse los papeles, que bien puede ser tu mapa como tu pasaporte, billete de vuelta o dinero. Y doy fe que es cierta su avidez por el papel.
En unos pocos pasos ya puedes contemplar el famoso Tori. Es una imagen que has visto muchas veces en foto y llegas a pensar que por esto mismo no te impresionará mucho. Pero no es así, es imponente por su tamaño, la fuerza que despide y el entorno.
Y así es toda la isla. Un entorno lleno de preciosa naturaleza, cuidados caminos, templos en el agua, templos en la tierra a cual más rico y en donde todos los detalles están cuidados y llevados a lo máximo.
EL templo más famoso es el de Itsukushima. En realidad un completo de salas y plataformas directamente construidas sobre el mar, y al que el Tori gigante sirve como entrada.
Senjokaku es un gran palacio de madera, que se hizo para convertirse en biblioteca budista. Su tamaño, paneles y atmosfera lo hacen un sitio especial.
Junto a Senjokaku se encuentra la pagoda de 5 pisos de Gojunoto.
Es curioso que en la isla se pueden ver por todos los sitios cucharas de madera gigantes. Incluida por supuesto la más grande el mundo.
Al caer la tarde se retira la marea y puedes ir andando hasta el Tori. Tienes que mojarte un poco los pies pero es todavía más impresionante acercarte, tocarlo y darte cuenta de su tamaño.
El mar también se retira de Itsukushima dejando una visión del templo muy distinta.