Los orígenes de Malaca son los de un pequeño y tranquilo pueblo de pescadores. Hasta que en el año 1400 el principe Parameswaran llego procedente de Sumatra y decidió fundar una nueva ciudad aprovechando el puerto y el paso del estrecho que hoy se conoce como de Malaca.
Cuenta la leyenda que Parameswaran había parado a descansar de una larga caminata debajo de un árbol, cuando de repente apareció un pequeño ciervo sobre el que inmediatamente se abalanzaron sus perros de caza. Acorralado el ciervo todos daban por hecha su muerte, pero subitamente tuvo un arrebato de valor y se enfrento a los 4 perros pateando a uno de ellos y tirandolo al rio.
Impresionado por lo que acababa de ver en el pequeño ciervo, Parameswaran decidió fundar allí una ciudad y ponerle el nombre del árbol bajo el cual se había sentado a descansar. Asi nacio el sultanato de Malaca.
De aquella época no se conserva mucho. Hoy en día existe una reconstruccion del palacio del sultan, un impresionante edificio de madera, con decenas de estancias y ni un solo clavo en su construccion.
El sultanato goberno Malaca hasta que en 1511 los Portugueses la conquistaron. Allí establecieron uno de sus mas importantes puertos en el comercio de especias junto a Macao y Goa.
De esta época es el fuerte de A Famosa, construido por Alfonso de Alburquerque para la defensa de la ciudad. Posteriormente fue utilizado por los holandeses tras su toma de la ciudad en 1641. De aquella época es el símbolo grabado en el dintel de la compañía de indias orientales holandesa, recuerdo de una época en que empresas privadas conquistaban y gobernaban países con el único objetivo de hacer su negocio más rentable.
Pero cuando los ingleses se hicieron con Malaca decidieron destruir el fuerte para que no fuera utilizado de nuevo contra ellos. Cuando alguien con dos dedos de frente pidió que se terminara con la demolición solo quedaba en pie una puerta, la Porta de Santiago.
Tambien está muy presente en Malaca la figura de S.Francisco Javier, el gran misionero navarro. En la iglesia que lleva su nombre se puede ver una estatua de S. Francisco Javier junto con Yajiro. Yagiro era un chico japonés que conoció al santo aquí en Malaca y se hizo su discípulo. Gracias a él S.Francisco pudo viajar a Japón y ser presentado a los líderes de la prefectura de Kagoshima que le permitieron evangelizar.
Cuando S.Francisco Javier marchó de Japón, Yajiro se quedó allí con la misión de cristianizarlo, aunque con poco éxito.
También existe otra estatua de S. Francisco Javier, sin placa, en las ruinas de la iglesia de S.Pablo. Alli fue enterrado tras su muerte y durante 9 meses. Posteriormente fue llevado a Goa, a la iglesia del Bom Jesus donde permanece hasta hoy.
Triste es ver las leyendas de las lapidas, ahora vacías, en una epoca en que la gente moría muy joven, y a veces varios miembros de la familia con pocos meses de diferencia debido a epidemias de enfermedades que hoy en dia se curan facilmente.
Pero la zona holandesa de Malaca por excelencia es la plaza donde se encuentra la torre del reloj, la iglesia de Cristo y la casa del gobernador holandés, hoy museo. Perfectamente rehabilitada en color salmón, es un rincón noreuropeo en mitad de Asia.
Todos estos cambios de potencias coloniales sumado a la afluencia de inmigrantes chinos e indios hace de Malaca un crisol de culturas y razas.
Descendientes de portugueses, chinos, indios, malayos, baba noia ( familias chino-malayas), y chetty (familias indio-malayas) conviven pacíficamente con sus particulares tradiciones, ceremonias y gastronomía.
Esta mezcla de culturas también provocó la aparición de muchísimos oficios por las calles del casco antiguo de Malaca. Hoy en día estos oficios van envejeciendo poco a poco. La falta de clientes, poca rentabilidad y las políticas en la ciudad terminaran con ellos en unos años.
Y es que nuestra impresión es que la ciudad se esta consagrando al turismo a veces de manera acertada y otras no tanto.
Liderando lo peor por toda la ciudad circulan unos horrendos ricksaw decorados con flores y luces horteras y música a todo volumen. Las calles mas bonitas de la ciudad no solo no son peatonales sino que están saturadas de coches haciendolas poco cómodas para andar.
En la parte positiva los edificios están siendo bien rehabilitados, hay numerosos museos en la ciudad de calidad ( historia, marítimo, arquelogia, sellos, cometas,...), se habilitan parques y baños públicos por toda la ciudad.
Un museo muy curioso es el de la belleza. En él se repasan los cánones de belleza de distintas culturas que consisten en tatuajes, escarificaciones, deformaciones de cráneo, piercings, etc.
Quizá las rehabilitaciones tan perfectas han hecho que la ciudad haya perdido su personalidad y algo de encanto. Pero siguen quedando rincones.
En una de las calles con más encanto está la guest house Sama Sama. Allí nos alojamos. Sama Sama es una gran casa colonial con un pequeño patio, suelos y techos altos de madera ya resquebrajada por el paso de los años.
Aunque apenas rehabilitada tiene ese ambiente colonial y relajado que a todos nos evocaría Malaca. Por las noches te despiertas brevemente para escuchar la lluvia cayendo en el patio, por la llamada a la primera oración del muyaidin o asegurarte que la mosquitera sigue bien anclada al cabezal de la cama. Por la mañana atraviesas el patio para ir a la ducha oliendo las plantas todavía húmedas por la lluvia de la noche.
Al final de la calle del Sama Sama se puede ver una de las mezquitas mas singulares de Asia, Kampung Kling. Mezcla de arquitectura javanesa y malaya y china es inconfundible su minarete con forma de pagoda.
Malaca merece sin duda una visita. Siempre en movimiento, siempre cambiante nos puede gustar, nos puede encantar o nos puede decepcionar. En este ultimo caso lo mejor es volver al cabo de unos pocos años, seguro que la impresión será diferente.
Ah! Y tambien te puedes encontrar lagartos de mas de un metro. Este pequeñin no veas la que lió metiendose en una casa hasta que lo sacaron a escobazos...
Cuenta la leyenda que Parameswaran había parado a descansar de una larga caminata debajo de un árbol, cuando de repente apareció un pequeño ciervo sobre el que inmediatamente se abalanzaron sus perros de caza. Acorralado el ciervo todos daban por hecha su muerte, pero subitamente tuvo un arrebato de valor y se enfrento a los 4 perros pateando a uno de ellos y tirandolo al rio.
Impresionado por lo que acababa de ver en el pequeño ciervo, Parameswaran decidió fundar allí una ciudad y ponerle el nombre del árbol bajo el cual se había sentado a descansar. Asi nacio el sultanato de Malaca.
De aquella época no se conserva mucho. Hoy en día existe una reconstruccion del palacio del sultan, un impresionante edificio de madera, con decenas de estancias y ni un solo clavo en su construccion.
El sultanato goberno Malaca hasta que en 1511 los Portugueses la conquistaron. Allí establecieron uno de sus mas importantes puertos en el comercio de especias junto a Macao y Goa.
De esta época es el fuerte de A Famosa, construido por Alfonso de Alburquerque para la defensa de la ciudad. Posteriormente fue utilizado por los holandeses tras su toma de la ciudad en 1641. De aquella época es el símbolo grabado en el dintel de la compañía de indias orientales holandesa, recuerdo de una época en que empresas privadas conquistaban y gobernaban países con el único objetivo de hacer su negocio más rentable.
Pero cuando los ingleses se hicieron con Malaca decidieron destruir el fuerte para que no fuera utilizado de nuevo contra ellos. Cuando alguien con dos dedos de frente pidió que se terminara con la demolición solo quedaba en pie una puerta, la Porta de Santiago.
Tambien está muy presente en Malaca la figura de S.Francisco Javier, el gran misionero navarro. En la iglesia que lleva su nombre se puede ver una estatua de S. Francisco Javier junto con Yajiro. Yagiro era un chico japonés que conoció al santo aquí en Malaca y se hizo su discípulo. Gracias a él S.Francisco pudo viajar a Japón y ser presentado a los líderes de la prefectura de Kagoshima que le permitieron evangelizar.
Cuando S.Francisco Javier marchó de Japón, Yajiro se quedó allí con la misión de cristianizarlo, aunque con poco éxito.
También existe otra estatua de S. Francisco Javier, sin placa, en las ruinas de la iglesia de S.Pablo. Alli fue enterrado tras su muerte y durante 9 meses. Posteriormente fue llevado a Goa, a la iglesia del Bom Jesus donde permanece hasta hoy.
La iglesia de S.Pablo originalmente portuguesa y católica, fue después ampliada por los holandeses que también cambiaron su credo a protestante. De esa época son las muchas lápidas de antiguas tumbas que se apoyan contra las paredes de la iglesia en ruinas.
La iglesia fue abandonada tras la conquista inglesa que la utilizó como polvorín y poco a poco cayó en
el olvido.Pero la zona holandesa de Malaca por excelencia es la plaza donde se encuentra la torre del reloj, la iglesia de Cristo y la casa del gobernador holandés, hoy museo. Perfectamente rehabilitada en color salmón, es un rincón noreuropeo en mitad de Asia.
Todos estos cambios de potencias coloniales sumado a la afluencia de inmigrantes chinos e indios hace de Malaca un crisol de culturas y razas.
Descendientes de portugueses, chinos, indios, malayos, baba noia ( familias chino-malayas), y chetty (familias indio-malayas) conviven pacíficamente con sus particulares tradiciones, ceremonias y gastronomía.
Esta mezcla de culturas también provocó la aparición de muchísimos oficios por las calles del casco antiguo de Malaca. Hoy en día estos oficios van envejeciendo poco a poco. La falta de clientes, poca rentabilidad y las políticas en la ciudad terminaran con ellos en unos años.
Y es que nuestra impresión es que la ciudad se esta consagrando al turismo a veces de manera acertada y otras no tanto.
Liderando lo peor por toda la ciudad circulan unos horrendos ricksaw decorados con flores y luces horteras y música a todo volumen. Las calles mas bonitas de la ciudad no solo no son peatonales sino que están saturadas de coches haciendolas poco cómodas para andar.
En la parte positiva los edificios están siendo bien rehabilitados, hay numerosos museos en la ciudad de calidad ( historia, marítimo, arquelogia, sellos, cometas,...), se habilitan parques y baños públicos por toda la ciudad.
Un museo muy curioso es el de la belleza. En él se repasan los cánones de belleza de distintas culturas que consisten en tatuajes, escarificaciones, deformaciones de cráneo, piercings, etc.
Tambien es curioso una parte de un museo dedicado a las peonzas. La gente de Malaca dice jugar a la peonza desde el inicio de los tiempos, casi se declaran inventores y seguro maestros.
Quizá las rehabilitaciones tan perfectas han hecho que la ciudad haya perdido su personalidad y algo de encanto. Pero siguen quedando rincones.
En una de las calles con más encanto está la guest house Sama Sama. Allí nos alojamos. Sama Sama es una gran casa colonial con un pequeño patio, suelos y techos altos de madera ya resquebrajada por el paso de los años.
Aunque apenas rehabilitada tiene ese ambiente colonial y relajado que a todos nos evocaría Malaca. Por las noches te despiertas brevemente para escuchar la lluvia cayendo en el patio, por la llamada a la primera oración del muyaidin o asegurarte que la mosquitera sigue bien anclada al cabezal de la cama. Por la mañana atraviesas el patio para ir a la ducha oliendo las plantas todavía húmedas por la lluvia de la noche.
Al final de la calle del Sama Sama se puede ver una de las mezquitas mas singulares de Asia, Kampung Kling. Mezcla de arquitectura javanesa y malaya y china es inconfundible su minarete con forma de pagoda.
Malaca merece sin duda una visita. Siempre en movimiento, siempre cambiante nos puede gustar, nos puede encantar o nos puede decepcionar. En este ultimo caso lo mejor es volver al cabo de unos pocos años, seguro que la impresión será diferente.
Ah! Y tambien te puedes encontrar lagartos de mas de un metro. Este pequeñin no veas la que lió metiendose en una casa hasta que lo sacaron a escobazos...
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