miércoles, 8 de abril de 2015

Hiroshima


Así quedó el salón de la promocion industrial de Hirsohima el 6 de agosto de 1945.Tuvo suerte. Se encontraba a tan solo 160 metros del hipocentro. En un radio de 2 km de éste todo fue reducido a cenizas. Hoy es un símbolo. Un recuerdo de lo que no debió ser.


Fue la última fase un experimento. La prueba de campo. Una orografia que magnficaría los efectos, y a esperar el día ideal. Una ciudad respetada en los bombardeos convencionales para no contaminar la muestra."Es porque aqui es el lugar de mas cristianos de Japon", pensaban los japoneses.

El 6 de agosto amaneció despejado y luminoso. Así las fotografías saldrían mejor. Un país que había sembrado la devastación iba a sufrir la mayor de las devastaciones. "Little Boy" fue detonado a 600 metros de altura. Un resplandor y después el silencio.



 Shinichi Tetsutani era un niño de 3 años que adoraba montar en triciclo delante de su casa. La mañana del 6 de agosto de 1945 estaba jugando con su vehículo de tres ruedas cuando la onda expansiva le alcanzó de lleno. El y su triciclo quedaron envueltos por las llamas de la explosión. "Agua, agua", cuentan sus familiares que gimió poco antes de morir debido a las graves quemaduras que sufrió su pequeño cuerpo. Se pueden contar miles de historias como esta. Historias de muerte, sufrimiento, todavia mas terrible cuando se trata de ninos.


En el museo de Hirsohima se pueden leer sobre muchas, apoyadas por restos de ropa, de libros o el triciclo de Shinichi Tetsutani. Si bien tambien impresiona y, es con lo que me quedo, la capacidad de superación para reconstruir la ciudad y la vida de la gente en poco tiempo. Pero nada volvio a ser igual. Las secuelas invisibles de la radiación siguen incluso hasta hoy. Los canceres se sucedian sin que nadie supiera quien iba a ser el siguente en una especie de goteo de lluvia negra.


Sadako Sasaki tenia dos anos en 1945. Sobrevivió  a la guerra y creció fuerte y atlética. Hasta que un día 9 años después, se desplomó. Tenía leucemia.
 Su mejor amiga le recordó una vieja tradición sobre alguien que realizó mil grullas en forma de figuras de papel (origami) y gracias a ello los dioses le concedieron un deseo. Con sus propias manos Chizuko le regaló la primera grulla que realizó en papel dorado y le dijo: «Aquí tienes tu primera grulla».

Sadako pensó que no sería justo pedir la curación sólo para ella, y pidió que el esfuerzo que iba a hacer sirviera para traer la paz y la curación a todas las víctimas del mundo. 
Con el papel de los botes medicinales y otros que iba encontrando llegó a completar 644 grullas de papel. El avance de la enfermedad impidió que acabase de realizar las mil grullas. Sus compañeros de escuela, después de su fallecimiento, completaron por ella las mil grullas.

Los compañeros de escuela y amistades pensaron dedicarle un monumento donde se representaría a Sadako sosteniendo una grulla dorada en su mano. Allí niños de todo el mundo siguen mandando grullas de papel para Sadako y todos los niños que han sufrido las consecuencias de la guerra.
 
Hiroshima es hoy una ciudad moderna de bulliciosas avenidas, repletas de cines, restaurante y centros comerciales. Parece ajena a su pasado. Quizá demasiado.


El debate sobre si se deben mantener los símbolos está siempre abierto. Algunos son partidarios de olvidar, otros de mantenerlo presente con el objetivo de que no se repita.


Solo los tranvías traen aires de otro tiempo.


^Pero en el parque de la paz de Hiroshima hay más cuervos que palomas.
Y sus gritos resuenan más fuerte.